No hay nadie en Cuba sin una relación a distancia. Esta afirmación puede parecer demasiado absoluta en una primera lectura, pero aunque no tenga una base estadística formal (en Cuba no somos muy dados a publicar datos estadísticos), al menos tocará a unos cuantos.

Esta historia comienza desde la colonización, o quizás desde antes, pues algunos libros de historia refieren que la isla fue primariamente habitada por indígenas que trasladándose en canoas o cualquier otro artefacto de la época, cruzaban de las otras islas cercanas.

Nativos o no, la isla se fue poblando de una masa heterogénea (desde los propios habitantes originarios hasta una mezcolanza con los ya conocidos españoles, africanos y chinos, y los quizás no tan populares árabes, judíos, anglos, etc, etc). No por gusto la frase aquella de que «el que no tiene de congo tiene de karabalí» con la que sin darnos cuenta o quizás totalmente advertidos de ello, hemos llegado hasta hoy.

La cosa iba para un lado y para el otro, no solo entraban sino que también salían, especialmente en la pseudo república donde ya Martí colectaba fondos entre los tabaqueros en Tampa o durante esos años de estudios universitarios de una buena parte de alguna generación en que lo que se usaba era ir a estudiar a la Unión Soviética.

Luego de la «triste» caída del muro de Berlín y la «apertura» de Cuba al mundo capitalista el tema se hace más complejo. La entrada masiva de extranjeros (distintos de los rusos), las masivas dificultades de los cubanos para salir, la crisis económica, las ansias de «libertad» concentradas y un rosario de motivos más, han dado al traste con la continua y ascendente separación de los cubanos entre sí y con el resto.

No queda casi ninguna familia excenta de que uno de sus miembros esté fuera, no queda casi ningún jóven que no quiera salir, y las vías pueden ser variadísimas, desde agarrar una balsa sin condiciones ningunas para la navegación, hasta el matrimonio por conveniencia o el quedarse indocumentados en el primer país que se pueda pisar.

Todo esto con el consiguiente desgarramiento familiar, la incertidumbre con el porvenir, el pasar de blanco a negro con solo pestañear…

La misma apertura también trae consigo otro fenómeno: las relaciones amorosas a distancia (porque a nadie le queden dudas que muchas son reales y no todos los matrimonios tienen como objetivo principal la salida). Se tropieza uno con la pregunta, como hacerlo posible? Y es que en un país donde realizar o recibir una llamada telefónica puede representar el salario de un día para algunos, de un mes para otros, donde un viaje en avión solo es tangible para una de las partes, donde durante años se ha estado cerrado al espacio exterior y por lo tanto no tenemos idea de como funciona, donde internet es casi un milagro para quienes lo poseen, a la larga y generalmente la relación se va por el primer tragante que encuentra y ni te enteras que pasó. (Quien escribe tiene historias para contar…)

Ah!, ya sabemos que la mayoría del mundo ni siquiera tienen acceso al alimento más básico, pero el tema es que en Cuba todo esto se salta al momento de estar a la par con el primer mundo en muchos estándares de lo que podríamos llamar «calidad de vida» y entonces sobreviene la pregunta POR QUÉ?

Y es que el asunto no tiene para cuando acabar, (al menos los tabaqueros de Tampa tenían claro que cuando terminara su contrato de trabajo, se hicieran millonarios o lo que fuese, podrían regresar con su gente). En el momento actual el resto continuamos en la incertidumbre total desde cuando poder hacer la llamada hasta…., o la otra variante, salir del país, pero no llegar al lugar donde se encuentra tu amad@, que aunque con mejoras en la tecnología de las comunicaciones sigue estando distante y tú que acabas de aterrizar no sabes ni siquiera para dónde coger.

Como la esperanza es lo último que se pierde, al menos eso dicen!!, y siendo parte de este mundo global en que vivimos donde relaciones de este tipo se dan cada día más, esperemos que al menos en un corto plazo, si no podemos saltar las separaciones, al menos estemos en igualdad de condiciones con el resto, no será entonces una llamada en skype como viajar a la luna…